"La Tierra Arde" nace como una respuesta urgente frente al aumento alarmante de incendios forestales en territorios andino-amazónicos, causados tanto por prácticas humanas como por las consecuencias del cambio climático. Esta campaña no solo visibiliza las conexiones entre el aumento de temperaturas extremas, sequías y vegetación seca, sino que también busca involucrar activamente a la ciudadanía en la protección de los ecosistemas y del clima.
Uno de sus ejes centrales es la protección de la niñez y adolescencia. Reconoce que los incendios forestales afectan gravemente la salud física y emocional de las niñas, niños y adolescentes (NNAJ), destruyen su entorno y comprometen su derecho a un futuro sano, justo y habitable. A través de talleres, cartillas y espacios participativos, se promueve su voz y creatividad para expresar el vínculo cultural y emocional con la Pachamama y la urgencia de cuidarla.
Esta campaña es también un llamado a la acción colectiva, reconociendo que enfrentar los incendios forestales requiere la movilización de comunidades, autoridades y gobiernos. Se promueve el uso de prácticas ancestrales sostenibles, como la siembra y cosecha de agua, y se desarrollan herramientas educativas y comunicacionales que refuercen el conocimiento y la acción climática.
Con lemas como "La Tierra Arde: Unidos, apaguemos el fuego que amenaza nuestro futuro" y mensajes directos como "Protege a nuestras niñas y niños, detén los incendios", esta campaña construye puentes entre la emergencia ambiental y la justicia generacional.
Educar sobre la relación entre las temperaturas extremas, la sequía y el aumento de incendios.
Enfatizar como los incendios afectan la salud física y mental de los NNAJ y como pone en peligro la existencia de las futuras generaciones.
Dar a conocer a la ciudadanía sobre la relación del cambio climático y los incendios forestales.
En tiempos de sequía y calor extremo, el wanchuy (Weinmannia apurimacensis), conocido como Madre del Agua, es un árbol endémico de los valles interandinos secos del sur oriente peruano. Actúa como una barrera natural, regulando la humedad del suelo y creando condiciones que dificultan la propagación del fuego. Su preservación es vital para mitigar los incendios forestales que azotan los territorios andinos en los meses de julio a octubre, especialmente en un contexto de cambio climático.
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